La enfermedad, denominada por la OMS, COVID-19 es causada por un nuevo virus de la familia de los coronavirus, detectado por primera vez en China en diciembre del 2019, el llamado SARS-COV-2. Se diseminó rápidamente por el mundo, llegando a territorio nacional en marzo del 2020. Desde entonces los casos han ido en incremento, así como la cantidad de pacientes fallecidos y, también, aquellos que han logrado vencer la enfermedad.
Los síntomas principales de la enfermedad corresponden a la vía respiratoria superior e inferior: fiebre (89%), tos (68%), fatiga (38%), producción de esputo (34%) y/o disnea (19%). Asimismo, el espectro de severidad de la enfermedad varía desde cuadros asintomáticos hasta presentaciones severas que requieren ingreso a unidad de cuidados críticos.
Según se conoce más de la enfermedad, se va descubriendo que esta genera daño no solo a nivel pulmonar y respiratorio, sino también en otros aparatos y sistemas, como lo son el cardiovascular, músculo esquelético, neurológico, renal y endotelial; principalmente.
Del gran número de casos detectados se puede deducir que existe una importante cantidad de personas que han logrado vencer la enfermedad y que son susceptibles de experimentar alguna de las secuelas propias de esta.
Se conoce ya que la afectación pulmonar en el Covid-19 puede dejar como secuela fibrosis pulmonar, sobre todo en pacientes con factores de riesgo como hipertensión arterial, obesidad, desaturación persistente luego de haber pasado la etapa aguda de la enfermedad. Esto se expresa como poca tolerancia a la actividad física, sintiendo el paciente sensación de falta de aire y fatiga. Además, aquellos pacientes que desarrollaron cuadros más severos, principalmente si requirieron estancia en cuidados intensivos y ventilación mecánica, experimentan debilidad muscular generalizada, trastornos en la respiración, incremento rápido de la frecuencia cardiaca con el esfuerzo, entre otras alteraciones.
Con el fin de poder mejorar la capacidad funcional y mitigar estas secuelas, se realiza la intervención en rehabilitación, para esto se diseña un programa individualizado que gira en torno a tres aspectos básicos: el ejercicio de resistencia, que mejora la tolerancia a la actividad y la condición física en general, el ejercicio de fortalecimiento, con el objetivo de incrementar la fuerza muscular y, finalmente, las técnicas de terapia respiratoria, que mejoran la fuerza de los músculos encargados de la respiración, así como también la capacidad pulmonar y el patrón respiratorio. Adicionalmente, según las necesidades de cada paciente en particular, se pueden adicionar tratamientos para calmar el dolor residual, mejorar la voz y la deglución, entre otras intervenciones.
Existen pautas simples que aquellos pacientes con secuelas leves y no muy limitantes pueden realizar en casa, estas consisten en ejercicios de tipo aeróbico como lo son las caminatas, se deben realizar en tiempo y velocidad creciente según el nivel de resistencia que se tenga, se puede iniciar con 10 minutos e ir progresando tanto en duración como en velocidad hasta alcanzar los 30 minutos. También es útil el uso de escaleras, aunque dicha actividad está indicada en pacientes con mayor nivel de tolerancia a la actividad.
Para mejorar la capacidad respiratoria se pueden realizar ejercicios de respiración diafragmática y de fortalecimiento de musculatura respiratoria en general como los detallados a continuación:
- Tomar el aire por la nariz mientras se proyecta el abdomen hacia afuera.
- Luego, botar el aire por la boca mientras el abdomen se desplaza hacia adentro. Se puede expulsar al aire con los labios fruncidos.
- Este mismo debe realizarse de pie inicialmente, cuando se domine la técnica se debe realizar también sentado y echado.
- Se deben hacer 10 repeticiones.
- En el ejercicio 1, se realiza la inspiración de manera simultánea con la extensión cervical.
- En el ejercicio 2, durante la inspiración los brazos se mueven en flexión hasta 90.
- En el ejercicio 3, los brazos se movilizan en abducción hasta 90.
- Se lleva un brazo extendido hacia arriba por el costado del cuerpo mientras se inclina el tronco al lado contrario y se inspira profundamente. Al botar el aire se vuelve a la posición inicial y se usa el doble del tiempo que en la inspiración.
- Se lleva un brazo hacia el suelo inclinando el tronco hacia el mismo lado e inspirando profundamente. Luego se regresa espirando a la posición de inicio.
- Se coloca una mano detrás de la nuca y la otra en la cintura. Luego se toma aire profundamente, llevando hacia atrás el codo del brazo colocado en la nuca sin girar el tronco. En la espiración lleva el codo hacia delante espirando lentamente.
- En el ejercicio 7, se colocan las manos detrás de la nuca; luego inspira profundamente, moviendo simultánea y lentamente los codos hacia atrás. Luego llevar los codos hacia adelante a la par que se bota el aire.
- En el ejercicio 8, se ponen las manos en la nuca y se toma aire llevando los codos hacia atrás. Luego, mientras se bota el aire, se dobla el tronco hacia adelante hasta tocar las rodillas. Finalmente, volver a la posición inicial inspirando lentamente.
- En el ejercicio 9, se toma aire igual que en los dos ejercicios previos. Se expulsa el aire mientras se dobla el tronco hacia un lado hasta tocar con el codo la rodilla opuesta. Se regresa a la posición inicial inspirando, posteriormente se lleva el otro codo a la rodilla opuesta).
Autora: Dr. Santiago Romero
Especialista en Medicina Física y Rehabilitación